Tendones, protectores y vendas…¿prevención o problema?
La tendencia a la práctica deportiva con caballos es hoy más que nunca una realidad. Y con la práctica deportiva vienen determinados riesgos y lesiones. Por una cuestión de biomecánica básica, que explicamos en la serie de artículos destinada al entendimiento de la columna de tu caballo, existe una probabilidad mayor de acumular lesiones en la parte más distal de las extremidades; esto no es nada nuevo y todos estamos desafortunadamente acostumbrados a barajar un léxico relacionado con ello: síndrome navicular, tendinitis de flexores, desmitis, artritis y un largo etc. Junto a ello, viene la lógica preocupación pues no en vano las lesiones suponen algo éticamente inaceptable y a combatir activamente y además, como explicamos en el artículo dedicado a las repercusiones económicas un importante perjuicio y deprecio del trabajo realizado. Todos estos factores en una coctelera parecen la combinación perfecta para que surja una preocupación alarmante y que ésta nos lleve a idear utensilios que protejan la que parece una de las zonas más desvalidas de nuestros caballos: los tendones y ligamentos de las cañas, los flexores en definitiva.
Para ello, tradicionalmente se utilizaban los conocidos como protectores, con la intención además de prevenir la lesión de flexores de evitar roces en caballos de campo o alcances de cualquier de las extremidades junto a las campanas. Sin embargo, en los últimos años ha surgido una moda, la de las vendas que han venido a sustituir progresivamente el uso de los protectores en especial en disciplinas como la doma clásica. Detrás de protectores o vendas se encuentra un fenómeno que es el que realmente nos interesa: la hipertermia o excesivo calor en los tendones flexores. Así, según los estudios de los que disponemos hoy día, el problema parecería residir en el calor que se acumula en los tendones de nuestros caballos cuando usamos estas soluciones de protección y más en el caso de las vendas pues transpiran mucho menos. Para que contextualicemos bien el debate voy a ofrecer a continuación una serie de datos provenientes de diferentes estudios científicos que proporcionaré al final del artículo con el fin de que, más allá de mi opinión y/o experiencia tengamos datos objetivos detrás de nuestras conclusiones. Vamos allá:
I.- El diseño en cuanto formato y estructura de los tendones flexores del caballo está ideado para disipar el calor eficientemente. Esto se consigue con una estructura cilíndrica que permite que la trasferencia de calor desde el centro del tendón hasta la superficie de la piel sea rápida y eficaz en la medida que hay poco espesor de estructuras vivas que el calor tenga que atravesar. Así, cuando utilizamos un sistema de protección con baja transpirabilidad se dificulta la eliminación de calor del tendón del caballo y éste empieza a calentarse.
II.- Patterson y Kane describieron en 2009 las lesiones de tendón flexor digital superficial como una de las más frecuentes (ver infografía anatómica adjunta). Paralelamente, los estudios de Wilson y Goodship de 1994 mostraron cómo durante la locomoción la temperatura interna del tendón flexor superficial del caballo puede llegar a ser de 48ºC. Existen varios estudios que relacionan la hipertermia en el tendón con consecuencias como la muerte de las células del tendón por apoptosis junto al incremento de mediadores inflamatorios y degeneración de la matriz del tendón; sin necesidad de ponernos técnicos, todos sabemos que las estructuras proteicas de la carne se vuelven mucho más tiernas cuando se cocinan, que no es más que una desnaturalización por calor. Algo similar estaría sucediendo en los tendones flexores de nuestros caballos si se acumula calor excesivo por no poder transpirar adecuadamente. Por esto mismo, la mayoría de las lesiones clínicas del tendón flexor superficial son consideradas como lesiones de su núcleo en la medida que es más difícil que el calor escape del mismo.
III.- Una hipertermia elevada y sostenida en el tiempo se ha asociado a un debilitamiento e inflamación de las estructuras tendinosas debido a una auténtica cascada de sucesos bioquímicos.
Con todo ello, habrá quién esté esperando que directamente satanice los protectores y las vendas, pero quien me conoce ya sabe que soy más de evoluciones que de revoluciones y más de ocuparse que de preocuparse y con esta misma filosofía abordo esto. ¿Abandonar directamente todo tipo de protección?: No. Y digo un no, porque en tendones que ya se encuentren con un cierto daño (que serán muchos en caballos de deporte, sean sintomáticos o no) probablemente la relación coste:beneficio se decante hacia la oportunidad de darle una cierta protección; en definitiva en un tendón debilitado por el motivo que sea, quizá necesitemos dar una protección extra, pero eso sí siendo transpirable y reservada para los momentos en que de verdad la necesitemos…si usamos todo nuestro armamento de prevención en caballos sanos que n o lo necesiten y desde el primer día quizá cuando tengamos un problema no nos queden recursos terapéuticos. El factor de la transpirabilidad y evitar la hipertermia del núcleo del tendón hace que me decante antes por los protectores de toda la vida que por las vendas toda vez que estas últimas transpiran peor, en especial cuando se usan mantillas y otros soportes. Considero también una serie de situaciones en las que creo que por ejemplo las vendas pueden ir bien: climas fríos y extremos, donde un caballo llega con sus estructuras tendinosas totalmente frías en su viaje en van a un concurso y el inicio del trabajo puede ser perfectamente acompañado por unas vendas que ayuden a ese precalentamiento de las estructuras tendinosas para que luego, concluido el entrenamiento, las abandonemos para dejar que el tendón vuelva a transpirar y comportarse cómo ha sido concebido por la naturaleza.
Mención a parte merecen los usos de protecciones por alcances y que dejo para otro artículo pues representan un caso a parte. Lo ideal por tanto, sería preocuparnos activamente por la salud de los tendones conociendo su naturaleza y cómo se comportan, por lo que en próximos artículos del blog trataremos todo ello más en profundidad y veremos qué otras herramientas están a nuestro alcance para trabajar activamente en la salud de nuestros caballos.
Fuentes: