Prevención de lesiones (Parte 1)
El entrenamiento equino se encuentra sustentado en un conjunto de conocimientos a los que el entorno hípico ha llegado a través del método empírico, es decir, mediante el ensayo-error hasta llegar a métodos aplicables a espectros equitacionales más o menos amplios. Si bien podemos plantearnos inicialmente un entrenamiento determinado (pensemos en doma clásica, salto o raid por ejemplo), como la consecución de unos objetivos en un determinado periodo de tiempo, no es menos cierto que de presentarse en el camino alguna lesión, se verán trastocados todos los planes y calendario de la temporada de competición. Por ello, parece más realista plantearse el entrenamiento equino como la consecución de unos objetivos determinados con la evitación de lesiones, no solo por el impacto económico y organizacional sino mucho más allá por el aspecto ético ligado al bienestar del caballo.
Sé que puede parecer que estamos filosofando en torno a un concepto que mucha gente considera claro y conciso: “entrenar por unos objetivos”, pero si no hacemos un ejercicio de reflexión profundo, en ocasiones observamos con decepción como el entrenamiento en la práctica se convierte en ese periodo de tiempo que “pasa” entre dos lesiones. Bromas aparte, la consideración activa de la evitación de lesiones, se encuentra detrás de importantes repercusiones económicas y éticas como se han encargado de mostrar estudios como el de la Federación Holandesa de Equitación, del que hablaremos en futuros artículos. Recuerdo al hilo de esta reflexión una conversación con un jinete de doma clásica de élite. Una alumna le preguntó cuáles eran las características que él consideraba esenciales para llevar a un caballo a ser campeón en categorías de gran premio; aquella pregunta generó en silencio en el almuerzo que compartían varias personas, esperando una contestación que debía de ser compleja y aquilatada en virtud de sus años de experiencia y logros conseguidos…para sorpresa de todos contestó un sencillo pero contundente “salud”. Es precisamente esa palabra, entendida como la no existencia de lesiones o enfermedades que dinamiten la carrera deportiva de un caballo lo que resume a la perfección el planteamiento inicial que pretendía hacer con este artículo. Pero necesitamos ir más en profundidad, detallar qué aspectos hemos de concretar para que ese entrenamiento que planificamos sea eficaz, eficiente y libre por tanto de lesiones.
En este momento, no obstante, es necesario traer a colación un aspecto esencial en el conocimiento de la biología del caballo. Su carácter de herbívoro presa en la naturaleza, le hace de manera natural, y como si fuera un comportamiento grabado a fuego de manera atávica, el compensar sus problemas biomecánicos de manera que, solo tras años de compensaciones se rebasa un cierto umbral biomecánico que lo aboca a una cojera clínica, de esas visibles y que no dejan a nadie indiferente…de esas que ve hasta el más nobel de los aficionados. Por ello, es necesario entender que detrás de esa cojera, que erróneamente se identifica como el inicio del problema -cuando en realidad es el final de un recorrido-, hay una trayectoria normalmente de años en los que el caballo lo que ha hecho es ir compensándose como una solución evolutiva excelente para mostrar, durante la mayor cantidad de tiempo posible, una biomecánica impecable de cara a potenciales depredadores. Seguro que has visto en alguna ocasión uno de esos documentales de naturaleza en el que algún herbívoro presa como ñus, gacelas o cebras, caminan tranquilamente en manada cuando un depredador, como los leones les sorprenden…¿te has fijado qué ocurre?…efectivamente el depredador va a por los individuos cojos, débiles o con biomecánicas anómalas por que son, digámoslo coloquialmente, un blanco fácil, con poco esfuerzo van a poder cazarlos y alimentarse. Los caballos, que han llegado hasta nuestros días esquivando todo tipo de problemas planteados por depredadores, saben esto muy bien y deciden no mostrar sus carencias y déficits locomotores salvo cuando en último término resultan insoportables. En este sentido, desde el punto de vista clínico-veterinario es muy significativa la diferencia de atender perros a atender caballos; mientras que los primeros entran mirándote con cara de sufrimiento y casi señalándote el área que les molesta…los caballos suelen mostrarse resignados, con una apariencia estoica y sin mostrar síntoma alguno aún cuando una vez explorados has sido capaz de explicitar dolores que ni siquiera propietario y/o jinete habían advertido.
En este punto, creo que es necesario que nos planteemos una nueva pregunta: si la capacidad de compensación de los caballos es tan brutal…¿podría mi caballo estar desarrollando ahora mismo un problema locomotor, que genere años después una lesión y que sin embargo ahora mismo no tenga síntomas visibles?. La respuesta es un rotundo “Sí”, por eso el por qué de la necesidad de este breve prólogo y abordaje del entrenamiento equino más filosófico que otra cosa. Por eso, la necesidad de plantearse medidas entorno a la salud del caballo cuando está sano y no solo cuando está enfermo, por eso mismo la necesidad de adoptar medidas pro-salud de cara tu caballo, como la quiropráctica y la osteopatía, cuando todavía no tuviste una lesión y no solo cuando tu caballo ya está cojo.
Una vez comentada esta introducción, vamos a ir más a un terreno práctico que sé que estarás esperando. Bajo todas estas premisas, ¿cómo debe de ser el entrenamiento equino?. Pues bien, el entrenamiento equino debe de ser metódico, sistemático, equilibrado, completo y adaptado a cada edad/situación. Este grupo de adjetivos define a la perfección lo que tenemos que plantearnos a la hora de evaluar si el entrenamiento de nuestro caballo es el correcto o no.
Un entrenamiento completo va a ser aquél que considere todas las habilidades del caballo y que clasificamos como físicas, perceptivo-motrices (propiocepción) y las resultantes o técnicas. Dentro de las habilidades físicas nos encontramos la fuerza, flexibilidad, resistencia, velocidad, etc. Es necesario entrenar todas estas habilidades en la combinación adecuada para cada uno de nuestros atletas equinos; es decir, si estamos hablando de un caballo de doma clásica, obviamente no vamos a reforzar las series de resistencia cardiovascular en la misma medida que en un caballo de raid pero si olvidamos este aspecto el entrenamiento de nuestro caballo será incompleto. ¿Para qué necesito entrenamiento cardiovascular si mi caballo solo hace pruebas de varios minutos de doma o salto con intensidades máximas?….he oído esta pregunta una y mil veces y la respuesta es tan sencilla como esclarecedora: cuando en una competición se retrasa el orden de salida y lo que se había planificado como un calentamiento y puesta a punto de 20 minutos acaba por convertirse en 40 minutos, veo a muchos caballos llegar exhaustos a su momento de competición, y todo, por no disponer de una adecuada preparación cardiovascular. El mismo dilema me plantean a veces en determinadas disciplinas cuando quedan contrariados ante la idea de tener que entrenar la flexibilidad…¿pero por qué si yo compito en raid?…pues por que si tu caballo dispone de flexibilidad simplemente reduce drásticamente sus probabilidades de lesión como veremos en futuros post.
Asimismo, el entrenamiento debe de seguir un método y sistema, de manera que organicemos en un cronograma todas nuestras sesiones físicas; es por ello, que doy vital importancia a disponer de una agenda de trabajo donde escribamos no solo los días que dedicamos a cada entrenamiento sino además nuestros comentarios acerca de dificultades encontradas, feedback, etc.
Y por último el entrenamiento debe de ser equilibrado y adaptado a cada edad. Este es un punto de debate abierto y sobre el que hay ríos de tinta en internet y sobre el que podrás ver posiciones de lo más encontradas. Existen cada vez más voces que se alzan en contra de los calendarios preestablecidos de ciertas competiciones, toda vez que instauran unos ejercicios y niveles de exigencia física difícilmente coherentes con la madurez osteomuscular de los caballos. Mi opinión se encuentra totalmente en sintonía con las opiniones de veterinarios como Gerd Heuschmann a las que ya se han sumado afamados jinetes como Klaus Balkenhol. Es totalmente incoherente pretender ir cada vez más y más rápido con el debut de nuestros caballos y la exigencia de ciertas dificultades deportivas…¿qué debemos de esperar de un potro?, ¿sabemos cuándo se acaba el crecimiento de todos los huesos de un caballo?…¿nos resultaría normal ver a un niño de 5 años con el desarrollo muscular de un culturista?
Te espero en próximos artículos, hasta entonces te dejo una pregunta: ¿es completo el entrenamiento de tu caballo?