Entendiendo la anatomía de tu caballo: la región lumbar (los riñones)
En artículos anteriores analizamos la región torácica. Es momento de continuar analizando la anatomía de nuestros caballos, en esta ocasión introduciendo la región lumbar que conocemos desde el punto de vista de la anatomía externa como “riñones”. Lo que denominamos como riñones no es más que el área correspondiente a la zona lumbar de la columna vertebral. Esta región define el tipo de galope que tienen los caballos y que, frente a galopes como el del perro, en el caso del caballo tenemos aquí una zona más especializada en el envío de movimiento hacia la cabeza que en la generación del mismo. Me explico, si observamos un perro a pleno galope, observamos como su región lumbar se pliega adoptando un perfil convexo y es este movimiento el que le permite generar movimiento.
Sin embargo, en el caso de los caballos, el formato anatómico de sus lumbares no le permite ese plegamiento que experimenta el perro. En el caso del caballo, el movimiento se genera más en el entorno del tercio posterior, y como veremos en artículos venideros en torno a la articulación sacroilíaca del caballo.
Esta diferencia entre un galope saltador o un galope plano confronta con una concepción muchas veces errónea en cuanto al surgimiento de la impulsión equina. Dado que como se dice en osteopatía, la estructura condiciona la función, la región lumbar del caballo no va a tener más opciones que moverse como se encuentra preparada anatómicamente y, por ello, disponiendo de una movilidad limitada por el formato de sus articulaciones, va a estar especializada más bien en la transmisión de la impulsión hacia adelante. Sin embargo, la última vértebra lumbar en su articulación con el sacro sí que dispone de una buena movilidad; muchos estudios cifran esta movilidad en unos 20-25 grados en flexión/extensión. Es este movimiento de flexión/extensión el que permite, entre otros factores, que los posteriores se adelanten y en contacto con el suelo puedan generar el empuje hacia adelante.
Así, la “bisagra” existente entre esa última vértebra lumbar y la porción sacra se convierte en un elemento esencial para que se genere movimiento y sobre todo para que el que se ha generado en glúteos y el entorno sacroilíaco pase hacia adelante. Si pensamos en elementos que puedan transmitir la energía de manera efectiva y multiplicativa seguro que nos vendrá a la mente el látigo, que mediante una ondulación de todas sus partes consigue trasladar el movimiento desde el mango hasta el extremo multiplicando el efecto que le aplicamos con la mano. Este mismo efecto es el que debemos de perseguir en la región lumbar. Si pensamos un poco, para conseguir este efecto necesitamos entrenar la flexibilidad más que la obcecación creciente que vivimos por muscular esta zona como si no existiese un mañana. Evidentemente debe de estar tonificada pero no crear un auténtico culturista a nivel lumbar sin flexibilidad alguna. La causa es fácil de entender, en cualquier estructura que ha de aguantar cargas pero ser capaz de transmitir movimiento, necesitamos tonicidad con elasticidad por que de lo contrario asumimos riesgos de que la estructura se rompa.
Por ello, junto a la potenciación de la musculatura lumbar del caballo, es necesario potenciar la elasticidad de la zona incluyendo buenos calentamientos que se asocien a cambios de ritmo y trabajos laterales de acuerdo al nivel equitacional de cada caballo. De esta manera debemos ser capaces de llegar a flexibilizar las vértebras lumbares en sus tres dimensiones o movimientos siendo la flexión lateral una de las dimensiones más importante a potenciar.
Concluyendo, para tener una buena transmisión de la impulsión es una excelente idea que nuestro caballo reciba una revisión quiropráctica para asegurarnos que la movilidad de todas vértebras se corresponde con las que vemos en el gráfico. Junto a ello, considerar buenos calentamientos que incluyan cambios de ritmos y trabajos en dos pistas son una fantástica manera de disponer de unas lumbares en buen estado. Recuerda que de nada nos sirve el látigo más duro del mundo si éste no es capaz de ondularse para transmitir el movimiento. Necesitamos el más resistente de entre los más flexibles y para ello hay que introducir en nuestros entrenamientos fuerza pero también elasticidad.
¿Consideras que los riñones de tu caballo son flexibles?, ¿cómo es tu calentamiento?. Nos vemos en el siguiente artículo, hasta entonces ¡disfruta de tu caballo!
Fuentes: