Entendiendo las abdominales de tu caballo (parte 1)
Te propongo, para empezar, un juego. Y no un juego cualquiera, un juego que te podría convertir en millonario si alguien quiere jugar contigo. Se trata de que apostéis con alguien a que os dé 1 euro por cada vez que en las hípicas y equitaciones “ortodoxas” se dice la palabra dorso: “refuerza su dorso”, “dorso débil”, “dorso fuerte”, “debe de subir el dorso”, “dorso redondeado”, “¿Cómo ves el dorso de mi caballo? (me preguntan a diario)” y un largo etc. Os aseguro que si alguien hace este tipo de apuesta en muy poco tiempo conseguiría ser millonario porque, en la actualidad, rara es la frase en la que no se introduce este término llegando casi a la obsesión por trabajar el dorso de los caballos.
Por el contrario, os reto a que escuchéis cuánta gente habla de las abdominales de los caballos en sus entrenamientos o se preocupa por ellas. Es una paradoja bastante absurda cuando sabes e indagas un poco en la biomecánica y la anatomía funcional del caballo. Así es que en este artículo vamos a hablar de algo de lo que quizá nadie os haya hablado antes: los músculos abdominales del caballo.
LOS MÚSCULOS ABDOMINALES
Las abdominales del caballo son un grupo de varios músculos que protegen la cavidad abdominal del caballo; éste es el espacio anatómico que hay entre el tórax y la grupa y dónde se alojan órganos tan importantes como intestino, estómago, riñones, hígado, aparato reproductor, etc. Son una “faja” que actúa de pared para contener todo esto y además con unas funciones claras, ya que, al ser músculos, con su contracción van a ayudar en funciones como: respiración, defecación, parto, movimiento del intestino y soporte del dorso. Vamos a ir analizando el papel de los abdominales en diferentes funciones.
Respiración.
Si bien los pulmones están contenidos en el tórax y son los responsables de la función respiratoria, en los caballos como en los humanos, el movimiento respiratorio no depende únicamente del tórax: os animo a que observéis el abdomen de un caballo feral en forma a pleno galope. Para que los pulmones se expandan correctamente es necesario que el diafragma (un músculo en forma de bóveda o campana que separa tórax de abdomen) se contraiga y relaje rítmicamente y para ello es necesario la cooperación de los abdominales con contracciones y relajaciones rítmicas. De hecho, en humanos son muchas las técnicas de control de la respiración que abundan en trabajar la respiración abdominal.
Pues bien, en los caballos unos buenos abdominales son necesarios para una correcta respiración, lo que sin duda va a estar relacionado con la capacidad de rendimiento atlético equino en la medida que permite que el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono sea el máximo y más efectivo posible. Además, si tenemos en cuenta que los caballos tienen una expansión de la caja torácica limitada por la cincha (aun usando cinchas elásticas, introducimos una restricción), debemos de considerar más importante todavía el que el caballo tenga unos buenos abdominales.
Función digestiva y defecación.
Gran parte de la motilidad del intestino de los caballos está relacionada con el movimiento en sí mismo del caballo y además con el masajeo constante que hacen los abdominales sobre las vísceras con cada movimiento respiratorio. Además, si observamos al caballo al defecar vemos una gran contracción de los abdominales que generan incluso un redondeamiento del dorso. Esto, que técnicamente se denomina “prensa abdominal”, es necesario para que el caballo evacúe las heces con normalidad y regularidad. Tan es así, que recientes investigaciones han vinculado la falta de tono abdominal con un mayor riesgo para el padecimiento de cólicos de impactación y, de hecho, son varios los hospitales equinos en Estados Unidos que en los caballos con historiales de cólicos, les recomiendan ya no solo pautas dietéticas sino además un programa de ejercicios abdominales para que puedan defecar con facilidad.
Parto.
Si habéis tenido la oportunidad de ver un parto, la yegua durante la fase de expulsión del potro comienza con una serie de contracciones que se basan precisamente en esa misma “prensa abdominal” que hemos comentado. Una yegua con unos buenos abdominales seguro que va a tener menos riesgo de problemas en el parto.
Soporte del dorso.
En la actualidad, para explicar cómo se comporta el dorso del caballo, los físicos usan dos modelos: el del arco y el del puente. En ambos casos, tanto si imaginamos un arco de los de disparar flechas como si imaginamos un puente colgante (como el de Manhattan por ejemplo), ambos modelos se basan en lo mismo: hay una parte más o menos rígida que se sustenta gracias a la acción de una parte más móvil. En el caso del arco, la cuerda sería esa parte móvil que en función de cuánto la tensemos le dará un comportamiento u otro a la parte rígida del arco. En el caso del puente sucede lo mismo, la pasarela por dónde van los coches es esa parte más estable que se comporta así gracias a la acción de los cables que la mantienen colgada.
Por su mayor facilidad, vamos a centrarnos en el modelo del arco; si asimilamos el dorso del caballo a un arco, la columna vertebral y los músculos adyacentes (lo que conocemos como dorso coloquialmente) sería parte del arco donde tendríamos la empuñadura y apoyaríamos las flechas. Los abdominales del caballo serían el equivalente a la cuerda elástica que une ambos extremos del arco.
Una paradoja biofísica y biomecánica de ambos modelos es que las dos partes de ambos son necesarias: es decir, no puede haber función en el arco solo con la parte rígida ni solo con la cuerda, es necesaria la ideal cooperación entre ambas para que al final obtengamos el efecto de mantener el puente en equilibrio o lanzar una flecha. Pues esta misma paradoja es aplicable al dorso del caballo: para que el dorso del caballo sea funcional deben de existir unos abdominales funcionales y por tanto un entrenamiento de dorso que no considere el entrenamiento abdominal es incompleto e incluso peligroso.
En este punto, es curioso ver como este error se ha repetido no solo en caballos si no en nuestra misma especie. ¿Quién no recuerda a alguien a quién le han “recetado” hacer piscina para sus dolores de espalda?. En la actualidad, en las rehabilitaciones de personas con problemas de espalda se opta por sistemas completos, que no solo trabajan la espalda sino también las abdominales y musculatura core como por ejemplo el pilates. Lo mismo es aplicable con nuestros amigos de cuatro patas.
Con todo esto, es fácil comprender que no podemos centrarnos en entrenar el dorso del caballo olvidando sus abdominales. “Sin dorso no hay caballo” se oye mucho por ahí y a mí me gusta añadir: “y sin abdominales no hay dorso”. De hecho, la obsesión actual por fortalecer el dorso en exclusiva, en ocasiones con los más sofisticados sistemas y artificios de riendas fijas, no tiene un gran sentido porque sería equivalente a si solo nos preocupásemos de la rigidez de la parte dura del arco y no de la cuerda…podría llegar hasta a romperse el arco ¿verdad? Y ahora reflexionemos: ¿cuántos caballos se ven con lesiones de dorso?: os adelanto la contestación: muchos, demasiados.
En la próxima entrega hablaremos de cómo trabajar en la práctica los abdominales del caballo y ordenaremos todo lo que hemos ido exponiendo en esta serie de “entendiendo el dorso de tu caballo” para concluir con unas recomendaciones prácticas.